Guangzhou, febrero de 2001
A la mañana siguiente mi primera misión fue cambiar dinero, ya que ahi ya no podría comprar el billete ni con mi targeta de crédito ni con los dólares de Hong Kong que me sobraban. Dejé mi equipaje en el Hotel y salí a la caza y captura de un banco. No hubo problemas para cambiar unos cheques de viaje y ya disponer de Yuanes en metálico. Por cierto, me dieron un billete chiquitito que no valía nada que aún conservo: parecía más un sello que un billete. Ahora llegaba lo complicado: comprar el billete. Había la posibilidad de ir en Autocar o en tren. Me fui primero a la estación dónde había llegado el día anterior ya que seguramente habría menos gente y también menos posibilidades de viajes que me distrajeran de mi objetivo: Guillin. En el hotel había pedido a la recepcionista que me escribiera el nombre de esta ciudad en Chino. Además observé que pronunciaban “Koinín” y no Guillín. Una ventaja saberlo. Pensándolo bien días más tarde comprobaría que en el mismo Guillin lo dicen “Koilín”. Cosas de dialectos…perfectas para confundir a un pobre aprendiz de la geografía China.
En el hall de la
estación de Autocares había un gran panel con todos los horarios y
destinos, claro que yo sólo entendía las horas. El resto me sonaba
a Chino! Joder! Además estaba alto y no podía pedir a nadie que me
señalase Guillin. Tendría que encontrar el símbolito yo
comparándolo con el escrito en mi libreta. No había tantos, quizás
una veintena de posibilidades aunque no sabía en qué columna estaba
el destino. Tuve que preguntar, poniendo cara de desamparado y
diciendo “Koinin, Koinin”. Ví que el siguiente viaje era a las 9
de la noche. No eran buenas noticias, para mí que quería salir de
ahí lo antes posible. Habría que ir a la estación de tren a ver si
había alguna posibilidad antes.
Lo primero que vi fue que en la plaza de la estación había unos policías destrozando con unas porras unos carteles usados en la manifestación (si es que era una manifestación…) del día anterior. Pero ese no era asunto mío, quería mi billete!
Rápidamente intenté
entrar en la estación pero no me dejaron por no llevar billete.
Joder, pero dónde se compran? El edificio era enorme, habría una
taquilla en algún sitio…Vagué por la plaza sin rumbo unos
momentos, buscando la entrada para la taquilla. Después de un rato
observé que mucha gente llevaba un papel blanco, tamaño periódico
pero compuesto por una sóla hoja y con letras rojas. Espera! Esa
señora los está vendiendo. Por un Yuan (20 Pts) me compré uno de
segunda mano. Más de un año después aun lo conservo, pues iba a
ser mi salvación: era el horario!! Había infinitas posibilidades
más que en el panel de la estación de Bus. Para no pasarme el día
haciendo “pattern matching” con mi simbolito de la libreta
necesitaría ayuda. Como vi un carrito de apetitosa comida china, me
compré algo para sentarme y calmarme un poco. Me senté entre la
gente. Había unos chicos a los que les había llamado la atención.
La gente no se giraba ante mi presencia, pero siempre me sentía
observado. Estos demostraban más curiosidad de la normal. Aproveché
la oportunidad de preguntarles y todos “compitieron” por ayudarme
y conocerme. Me marcaron dónde estaba Guangzhou y dónde estaba
Guillin. En medio una tabla con horarios. Bien, bien, había un tren
en unas 5 horas. Tardaba muchísimo: de las 6 de la tarde a las 7 de
la mañana, pero mejor que esperar a la 9 de la noche. A acabar de
comer y a por el billete!
Parecía todo arreglado,
pero mi peripecia no había hecho más que comenzar. Recordé la
recomendación de un señor argentino que había conocido en Hong
Kong y que me comentó que había hecho un viaje de 32 horas sentado
en un banco de madera sin poder moverse. Había que comprar litera
siempre! Además para un europeo era muy asequible! Encontré la
entrada a las taquillas y mientras entraba un chico se ofreció a
ayudarme. Bien! Fui con él y me pidió 400 Yuanes por litera y 300
Yuanes por un asiento. Me pareció caro y lo mandé a paseo. Entré a
hacer la cola. Otro intentó ayudarme, incluso se salió de su cola
para venir a ofrecerme su ayuda. Llegó conmigo al mostrador y me
pidió 400 Yuanes por la litera, igual que el otro. Me compró el
billete y me devolvio unos 150. Enseguida se fue. Me miré por
precaución el billete rápidamente en busca del precio. Pero que
capullo, si sólo valía 235 Yuanes! El muy cabrón! Salí corriendo
tras él a ver si lo pillaba. Así lo hice, pero como reclamar mi
dinero? Me escribió una cosa en mi libreta mostrándome la
taquilla. Quería que fuese allí a reclamar. Ni hablar, el cambio me
lo vas a dar tú! Le dije como buenamente pude. Saqué una
calculadora y le mostré que 400 – 235 = 165. No tuvo más remedio
que devolverme la diferencia y me puse muy contento de tener mi
billete y de no haberme dejado timar en el intento.
Me fui al hotel dónde
tenia que dejar la habitación. Les pedí que me guardaran la mochila
hasta las 5 de la tarde y me fui a visitar un parque que en el mapa
de mi guía parecía cercano. Fue precioso y estaba lleno de gente
paseando. Tenía un laguito en el centro y muchos adornos, como unos
molinos de viento dobles, hechos con papeles de colores. El molino
interior giraba en un sentido y el exterior en el otro. Hice varias
fotos y me senté a leer unos capítulos de un libro sobre la
historia de una familia China en la época de Mao. Pasé allí un día
agradable y cuando llegó la hora de la salida del tren allí estaba
con mi mochila.
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