sábado, 30 de mayo de 2015

Prácticas en Polonia - extracto del diario de viaje (1/2)

Szczecin, julio de 1989

Era el año 1989 y aún estudiaba la carrera en Barcelona. El muro de Berlín seguía de pie y un tal Jaruzelski era el presidente de Polonia. El sindicato Solidarnosc (Solidaridad) estaba de moda y Lech Wałęsa era admirado en todo el país.



Faltaba una semana para partir hacia mi beca en Szczecin y ya tenía el visado preparado, pero me faltaban hacer dos exámenes y acabar las prácticas de Compiladores y Redes. Eso sin contar con la de DUABD, que la había dejado para después de mi viaje en agosto. Fui a casa un día y medio por Sant Joan pero sin ir la fiesta. Me lo pasé acabando mi parte de la práctica de Compiladores. Al volver a Barcelona se lo pasé a Toni para que lo acabara conmigo ya de viaje. El día antes de partir fuimos a ver si podíamos acabar la práctica de Redes pero el programa se colgaba. Era imposible acabarlo para junio, así que lo dejamos para septiembre. Lo deberían acabar mis compañeros, pues yo ya no volvía a Barcelona. El día de mi salida fuimos a trabajar un poco más, no tan a lo loco y avanzamos algo. Seguíamos en la fase 2 y la 1 aún tenía fallos. Era de locos.


                                         un portátil igualito al mío
 

De ahí me fui a preparar el equipaje. Llamé a mi prima Bel a ver si se podía quedar con mi portátil Olivetti. También le llevé una maleta y el radio-cassette. En el colegio mayor Peñafort alquilaban nuestras habitaciones en verano y no podíamos dejar nada. Hice algunas compras por la Barceloneta y llegué al Peñafort corriendo. Sólo quedaban 40 minutos para la salida del tren. Llené la mochila a lo salvaje pero no cabía todo. Llamé a Toni y le dejé algunas cosas y también unos diskettes para que los dejara en mi casillero. No me daría tiempo de llegar en metro, así que pillé un taxi. Al llegar a la estación de Sants se me cayeron varias cosas de la mochila. Faltaban 5 minutos y los tableros con los horarios estaban en blanco. Fui a información y me dijeron a qué vía debía ir a por mi tren. Había una cola enorme y me explicaron que había huelga. El tren salía una hora más tarde de lo normal.
Hasta llegar a Berlín debía coger varios trenes. Cuando estábamos saliendo de Barcelona miré cuanto tiempo tenía para mi siguiente conexión en Cerbere. 50 minutos. Cojonudo, llevábamos una hora de retraso! Iba a perder el tren, pero qué demonios: estaba de vacaciones y hasta un mes después no debía preocuparme ni de las prácticas por acabar ni de los exámenes a estudiar para septiembre. Quedarme 24 horas colgado en Cerbere no tenía ninguna importancia, cuando al fin, no debía estudiar día y noche como un cosaco y exprimir con las prácticas hasta el último minuto del día. Daba igual si llegaba a Polonia un día tarde.
Tras varios cambios de tren llegué a Berlín, por la mañana. Hacía frío y esa noche en la que viajé de Frankfurt a Berlín me despertaron muchas veces para pedirme el billete o el pasaporte. La policía de Alemania del Este te despertaba a patadas. La entrada a Berlín tuvo su encanto: fue a través de un bosque y cuando estaba amaneciendo. Llegué a Berlín-Friedrichstraße  y sabía que debía comprar el billete para Szczecin en Berlín Oeste y coger el tren en Berlín Este pero fue muy complicado por el idioma. No tenía ni idea de alemán y di muchas vueltas por la estación hasta que entendí algo de “Lichtenberger”. Crei que era el destino final del tren a coger pero alguien me dio un mapa del metro y vi que era una estación en Berlín. De allí debía salir hacia Polonia. Fui a tránsito, me pidieron el pasaporte y me dijeron de coger un metro a Lichtenberger. Cuando llegué allí noté algo a la ciudad (ya no iba por túneles). Al llegar a la estación confirmé mis sospechas cuando intenté llamar a Polonia para avisar de que llegaba un día tarde y en la cabina no me funcionaron mis monedas. Los marcos (DM – Deutsche Mark) no funcionaban: estaba en el mítico Berlín Este! El tren salía por la noche, así que traté de buscar unas consignas dónde dejar la mochila. Todas estaban llenas, así que me tocó pasar el día tirado en la estación, a la que le di mil vueltas y dónde me leí un libro entero.
Finalmente fue la hora de coger el tren y el andén estaba lleno. La mayoría eran polacos, muy cargados de paquetes. Al llegar el tren fue espectacular, pues la gente corría hacia él y se subía en marcha a coger sitio. Eran muy hábiles, no era la primera vez que lo hacían. Yo subí cuando paró y vi un sitio en un compartimento. Vino uno de los polacos y me dijo (aunque no entendí nada) que estaba reservado. Me quedé en el pasillo, pero más tarde me llamaron del compartimento. Eran 7 polacos y enseguida vieron que yo era extranjero. Me cayeron bien. Una de las chicas sacó un paquete de galletas e invitó a todos, también a mi. En una hora llegamos a la frontera. El tren paró una hora y pidieron el pasaporte a todo dios. Al ver que era español, me dejaron el último. A todos nos hacían identificar nuestro equipaje. Me miraron la cara  y la foto del pasaporte unos minutos pero no hubo problema. Como había dicho a una de las chicas que iba a Szczecin antes de llegar me avisó. Allí me bajé en la estación. Era la una de la madrugada y tenía un mapa fotocopiado con la dirección de adonde debía ir. Esperaba que vinieran a buscarme: había avisado de que llegaba un día tarde.  Aunque se veía a la legua que era extranjero nadie me dijo nada. Pedía a unos chicos que estaban esperando a ver si eran de IAESTE y no entendieron nada. Alguien me dijo que bus coger y cuantas paradas hacer para llegar a mi residencia. Como era tarde y el bus no llegaba preferí coger un taxi. Pedí al taxista si podía pagar en DM y me dijo que sí. Al llegar no me dijo cuanto pagar y yo no sabía a cuanto estaba el cambio. Le di un billete de 10 DM y esperé cambio. No me lo daba. Se lo quité y le di uno de 5 DM. Sabía que allí era bastante dinero pero no sabía cuanto. No me dio cambio pero esta vez no protesté. Tampoco era cuestión de abusar del taxista. Posteriormente me iba a enterar que dándole 1 DM ya hubiese estado bien pagado.
Al llegar a la residencia, saqué mi tarjeta de IAESTE y la conserje sacó una llave. Fuimos arriba y me hizo la cama. Había alguien en la habitación. Era rubio y llevaba barba y pelo muy largos. Me dijo que era noruego y estudiaba informática. Me dijo que a las 7 se levantaba para ir a trabajar, así que lo dejé dormir pues ya eran más de las 2. Yo también me dormí feliz de haber llegado y estar con mi nuevo amigo Stig.

A la mañana siguiente encontré una nota de Stig. Si a la una estaba allí me llevaría a conocer a alguien de IAESTE. No hizo falta: a las 10 llegó Bartek y me explicó varias cosas. Ese jueves y por dos días no valía la pena empezar a trabajar esa semana. Me cambió dólares a Eslotis y me dijo que a la una podíamos quedar para ir a comer. Mientras tanto pasee por la ciudad. Al llegar a la cantina, Bartek ya había llegado y con él había alguien que me resultaba familiar pero no conocía: era Stig. Esperamos a que llegaran dos estudiantes más: Nina de Yugoslavia y Andreas de Suiza. Ambos eran estudiantes de arquitectura.
Bartek me dijo que ese fin de semana Stig y Nina se iban con una chica de IAESTE a Gdansk. Me dijo que podía ir y me apunté enseguida. Cogimos un tren al anochecer y como estaba lleno de gente esperamos varias horas en el pasillo. Entonces Nina se pudo sentar. Yo vi en el pasillo a un bigotudo que bebía vodka como un cosaco y decía algo. Estaba aburrido de estar tirado por el pasillo así que fui a ver que decía. Le hablé en inglés y me dijo a ver si era americano. Al decirle que español se puso a hablar de fútbol y del mundial de España (en que Polonia quedó tercero). Yo le dije que conocía a Boniek y me invitó a beber. Dije Lato, Smolarek y se emocionó.
Luego conseguí un asiento y ya dormimos el resto de la noche. 


                                             Viaje a Gdansk

Poco después de amanecer llegamos a la estación y fue impresionante: había muchísima gente y muchos letreros extraños. Unos altavoces no dejaban de decir cosas “en chino”. Ese fin de semana vimos cosas muy interesantes. Gdansk es muy bonito y también fuimos a la playa previo pago para entrar en la “pier” (embarcadero sobre el mar).
Al martes siguiente Bartek me llevó al trabajo y conocí a mi jefe Karol y sus colegas. Me enseñaron como trabajaban con gráficos. Estaba realmente bien. Me dijo que si lo que quería era pasar unas vacaciones en Polonia me firmaría los papeles. Preferí trabajar con ellos. Hay que decir que mi sueldo lo daba el gobierno: ellos no me pagaban nada directamente. Eran 500 Pesetas de la época, unos 3 Euros por el mes. Me dio un horario completamente abierto.   Me dio varias opciones de trabajo y elegí hacer unas rutinas en C para modificar la posición espacial de unos objetos descritos como una malla de triángulos. Se generaban varias posiciones a lo largo del tiempo y juntamente con los programas que ellos tenían de visualización se podría generar movimiento.   


                              
Así pasé varias semanas. Un día llegaron los otros tres españoles (de mi universidad) y me vinieron a ver al trabajo. Por la tarde fui a ver a Nina con la excusa de que me enseñara los números en polaco y así poder ir con los otros a telefonear. Siendo eslovena, para ella era un idioma familiar. Quedamos que más tarde la pasaría a buscar para ir a cenar.
Telefonear era una odisea: no había móviles ni cabinas con conexión internacional. Había que ir a Correos. Allí pedías la llamada rellenando un formulario a la chica de la cabina. Luego había que esperar un tiempo indefinido que solía ser al menos media hora. Entonces en el altavoz se oía “Hiszpania!!” y un número. Había que encontrar el número de cabina, con el teléfono sonando para hablar con casa. Normalmente estaba lleno de gente que nos ayudaba a identificar el número de nuestra cabina.

Después del trabajo, sobre las dos, iba a la cantina a comer, dónde no daban ni cuchillos pero la comida valía 7 Pesetas (0,042 Euros). Por la tarde nos juntábamos para ir a la ciudad (al cine, circo, de compras o a un restaurante). Todo era baratísimo habiendo cambiado de Dólares o Marcos, aunque había poco que comprar e incluso recuerdo un restarurante (Pizzeria Piccolo) dónde la carta sólo tenía una opción. Efectivamente: la Pizza Piccolo, que estaba buenísima.
El siguiente fin de semana fuimos a Świnoujście, al norte de Szczecin, en el mar Báltico: a un camping y a la playa. El agua era fría y no tenía sal. En la playa jugamos a Voley con unos polacos y nos lo pasamos bien. Incluso teníamos que participar en un concierto pero llegamos tarde y no pudimos cantar (por suerte).
Durante la semana, el jefe de los otros tres españoles nos invitó a pasar unos días en un lago.  Iba a ser una gran idea! 



                                           Delante del escenario donde NO cantamos
Continuará.

3 comentarios:

  1. Jjjjj, vaya vidorra os pegabais.
    Muy buena entrada, estás hecho un buen escritor, muy interesante. Si repites yo me apunto sin dudarlo.

    Yo en esa época, un poco antes, también pero en Suiza.

    Saludos Kiko

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  2. Gracias, José Ma!!
    Eras de IAESTE o fuiste a Suiza con otro programa?
    Saludos, Kico

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  3. Hola Kiko

    Era diferente pues mis padres trabajaban allí, entonces íbamos los hermanos en los veranos y te buscabas un trabajo típico de estudiante. Muchas anécdotas e historias, además de amigos de media Europa. Idiomas aprendes, eso está claro, además de mucha experiencia y momentos memorables.
    Yo me acuerdo un día.....

    Muy buen bloc, Kiko!

    Saludos

    JM

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