miércoles, 30 de diciembre de 2015

Cumpliendo los 30 en Cartagena de Indias


Colombia, noviembre de 1997

Había ido a Colombia por trabajo y cuando me daba tiempo paseaba por Bogotá e intentaba aprovechar al máximo mi poco tiempo libre. También enviaba algunas postales a casa y eso dio lugar a una curiosa anécdota. Fui a un estanco a comprar sellos para una postal que iba a enviar a Brasil.

- Quiero un sello para Brasil
- Lo podemos tener en dos o tres días.
- ¿No tienen?
- Hay que encargarlos.

Fui a otro estanco y me pasó lo mismo. Finalmente en el tercero.

- Quiero un sello para una postal a Brasil
- Ahhhh! Estampillas.
- Eso, estampillas...

Los sellos eran para ellos únicamente los sellos que se usan con tinta como los de empresa...el papel que se pega en una carta o postal era la estampilla.

Otra cosa curiosa era que en el trabajo cada mañana pasaba una chica con una bandeja de bebidas que amablemente nos iba ofreciendo a todos. Al principio me pareció muy bien.  A los pocos días vi que haciendo eso uno no tenía excusa para levantarse e ir a tomar algo, pues te lo servían directamente en el puesto de trabajo. Así y todo el trabajo era agradable y la gente me ayudaba en cualquier cosa que me hiciese falta.

Después de casi dos semanas en Bogotá se acababa mi estancia allí y coincidía que mi cumpleaños era ese fin de semana. Pensé que podía aprovecharlo para visitar Cartagena de Indias, de dónde me habían hablado muy bien. Me organicé el viaje en una Agencia de Viajes del Barrio Rosa, dónde estaba mi hotel. Vuelo Bogotá-Cartagena (una hora y media de avión), estancia allí en algún hotel que ya encontraría sobre la marcha, vuelta el domingo por la noche a Bogotá y el lunes a primera hora tenía mi vuelta a Atlanta vía Houston.

Para esa noche del domingo ya no tenía mi fantástico hotel pagado por la empresa, así que con la ayuda de Lonely Planet me busqué un hotelito más barato para una noche en la que iba a llegar tarde y salir temprano. No me iba a liar mucho: taxi aeropuerto-hotel por la noche y al revés a la mañana siguiente.

Me despedí de Comcel tras concluir mi trabajo. La gente allí me había tratado fantásticamente (excepto durante un ratito durante el cual les hice un estropicio en el sistema y que arreglé rápido). Como solía hacer, pedí que me recomendaran un par de discos de música que estuviese de moda y me compré un CD de Grupo Niche y otro de Carlos Vives (el de la gota fría). Aún no lo sabía, pero unos meses después volvería otras dos semanas.

El vuelo a Cartagena fue bueno y en el aeropuerto me pillé un bus a la ciudad dispuesto a celebrar mis 30 años de la mejor forma posible. Los buses allí eran espectaculares: pintados de colores, música salsa a tope, vírgenes e imágenes religiosas por todo, gente pasándolo bien y hablándote todo el tiempo. Imposible aburrirse, perfecto para viajar sólo. Cuando vas en grupo eso te lo pierdes. 



Encontré un hotel bastante cutre pero bien de precio. Solo recuerdo que hacía muchísimo calor y tenía un ventilador colgado del techo. Aunque no soy muy dado a ellos, no lo apagué en toda la noche. También me fui a pasear muchas horas por la ciudad, preciosa de estilo Colonial. Me encantó su atmósfera, bastante internacional pero colombiana. Buena comida y gente simpática. Recuerdo que fui a la playa y luego conocí a dos hombres que me ofrecieron ir a Los Manglares en canoa. Me apunté y estuvimos toda la tarde por ahí viendo esas aguas entre los árboles. Me contaban historias todo el tiempo, sobre cómo vivían y cosas que hacían los turistas. Por ahí se practicaba el sexo con las burras. Comentaban que había que tener cuidado de que no te dieran una coz en las rodillas. Hasta llegaron a ofrecérmelo...
Fue más interesante lo que contaron que el paseo en sí. No tengo diario escrito de ese viaje, así que de memoria poca cosa más recuerdo. Al menos esto queda escrito en el Blog.

Cartagena de Indias - Colombia

El sábado por la noche me fui a cenar y luego salí con la intención de ir a algún lugar de marcha. No era temporada alta, así que la cosa no se presentaba muy bien. Iba por una calle cuando del otro lado de la calle me llama una chica. Era morena, iba bien vestida y era guapísima. Se ofreció amablemente a ir conmigo a mi hotel. Le dije que no pero como era simpática y estaba aburrido la invité a tomar algo en un bar. Ella aceptó ya que dijo que de momento no tenía clientes. Del bar fuimos a una discoteca dónde lo pasamos muy bien bailando y charlando. Era muy simpática y me contó de la vida en Cartagena. Vivía en un cuartucho, tenía un niño muy pequeño y esa noche debía conseguir dinero para pagar su colchón. Le dejé claro que no conmigo, aunque me lo puso difícil. En un momento de la noche estábamos bailando y me dijo que le había salido un cliente. Me dio la última oportunidad, luego nos despedimos y al poco tiempo me fui a pasear un poco más por la noche de la ciudad antes de volver al hotel.
Al día siguiente por la noche ya me tocó volver a Bogotá y luego a casa.

De vuelta en Atlanta monté un Pijama Party para re-celebrar mi cumpleaños con mis amigos, que fue increíble. Me lo pasé contando historias de mi viaje a compañeros del trabajo. Muchos ya habían estado en Venezuela, Colombia y Bolivia. Mi compañero y dueño del piso Chris, lo pasó mal limpiando la moqueta después de la fiesta...pero se lo pasó tan bien como el que más, sobre todo con la Sangría y su ingrediente secreto...

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